
Nuestras primeras impresiones sobre El embarcadero, la nueva serie de los creadores de La casa de papel que se estrena hoy en Movistar+ ya están aquí. Y son mixtas.
Al ver tan sólo los dos primeros capítulos de la serie, no vamos a atarnos a opiniones férreas ni tenemos intención de sentar cátedra sobre una serie que no está haciendo más que empezar.
Empecemos por lo “malo”, para quitarnos el sabor amargo lo antes posible.
A la deriva
El embarcadero comienza con una ristra de propuestas que difieren entre sí en tono y ejecución: es un thriller de investigación, una historia de amor hacia atrás (y puede que hacia adelante) y, sobre todo, una exploración del duelo en extrañas circunstancias.
Esta amalgama de géneros podría estar atada con fuerza si el hilo narrativo que parece proyectar la serie hacia el futuro (¿quién mató a Óscar?) no estuviese tan alienado del resto de tramas que la pueblan.
Este juicio puede ser temprano, ya que es muy posible (y probable) que en episodios futuros se hilen todas las tramas con virtuosismo. Pero por lo pronto, esta divagación sin rumbo aparente de tramas y géneros confunde más que motiva.
Otro “defecto”, completamente normal en los primeros capítulos de cualquier serie, es su ritmo lento y a trompicones. El embarcadero, en sus primeros episodios, todavía se está buscando a sí misma y parece no tener claro qué ritmo quiere aplicar.
Pero como hemos dicho, ninguno de estos defectos la diferencia a peor de cualquier otra serie, ya que es normal necesitar una primera toma de contacto.

En aguas tibias
También tiene sus cosas buenas. O, dicho de otra manera, en sus dos primeros episodios, además de evidencias del potencial mediocre de la serie, también vemos las evidencias del potencial de gran calidad de la serie.
La principal cualidad que tiene la serie desde los primeros planos es su potencia visual. Ayudada en gran parte por los paisajes en los que se ha rodado, tenemos imágenes que van desde la eficacia visual a la belleza pictórica (nos viene a la mente uno de los primeros planos del segundo episodio).
El embarcadero continúa con la tendencia cinematográfica que llevan aplicando las series de televisión desde hace unos quince años. Se nota, sobre todo, en los encuadres y el color.

Respirar en la naturaleza
Sin embargo, como serie no se libra de un lastre habitual, la sensación de que todo el rato están pasando cosas. Parece una afirmación estúpida porque si no pasan cosas, no hay serie. Pero nos referimos a que no dejan respirar a los personajes, llenando sus escenas de trama y vaciándolas de carácter.
Por eso encontramos tan potente las que creemos que son las mejores escenas de los dos primeros episodios: el primer encuentro entre Óscar y Verónica.
Estas escenas son tan buenas porque dejan respirar a los personajes, les dejan ser sin que tengan que obedecer una función en la historia ni tengan que exponer lo que ha pasado, lo que está pasando o lo que pasará. Creemos que ahí está el filón que debería explorar El embarcadero en el futuro: ¿quiénes son Álex, Verónica y Óscar? Y que abunden las escenas de personaje más que de trama.
Subversión de género
Finalmente, entre otras virtudes que podemos encontrar, tenemos ciertas subversiones de género. En este caso, el cadáver sobre el que gira la serie es el de un hombre, cuando lo habitual en los thrillers de este tipo es que la víctima sea una mujer.
Además, El embarcadero rompe una lanza a favor de la igualdad de género al tener tanto desnudo integral masculino como femenino. En diferentes contextos, con diferentes implicaciones. Pero no deja de ser un rara avis que una serie ofrezca tanto un frontal masculino como un frontal femenino.

Primera cata de El embarcadero
Con todo, nos encontramos ante los dos primeros episodios de una serie. Por ello, de lo que hemos dicho no hay nada escrito en piedra. La moneda puede caer de cualquier manera, y todas nuestras opiniones pueden cambiar dentro de seis, cuatro o dos episodios. Las virtudes se pueden convertir en defectos y los defectos, en virtudes.
Juzgar una serie por sus dos primeros capítulos es un ejercicio inútil si queremos una opinión definitiva, pero la primera impresión es muy importante. Y en este caso, ha sido una impresión contradictoria, llena de alegrías y tristezas. En parte porque la serie, después de dos episodios, todavía lucha por saber quién es; y en parte porque la serie baila con estereotipos y clichés de manera más o menos acertada.
¿Veréis la serie? Sin duda merecerá la pena ver por dónde continúa la historia, y seguro que arreglan los primeros problemas. Pero si todavía no sabes qué ver este fin de semana, aquí tenéis nuestra crítica de Sex Education.