
Ha llegado. La estábamos esperando con ansia viva, porque todo es contingente, pero esto era necesario. El pasado diciembre de 2018 llegaba a nuestras pantallas la última entrega del surruralismo, el género inventado por el grandísimo José Luis Cuerda: Tiempo después. En Peli o Manta os traemos la crítica sin spoilers, as always.
En este pueblo es verdadera devoción lo que hay por Cuerda
Guionista, director y creador del surruralismo en el que ya se encuadraban sus anteriores obras Total (1985), Amanece que no es poco (1989) y Así en el cielo como en la tierra (1995), José Luis Cuerda (Goya a la Mejor Película por El bosque animado en 1988) nos deleita en esta ocasión con la traslación a la gran pantalla de su libro Tiempo después. Y así, como si fuera lo más fácil, llena una breve hora y media con disquisiciones filosóficas, rebaños de ovejas, una revolución social y algún fantasma.

La merma ontológica
El principal conflicto de Tiempo después es, sin duda, la desnaturalización o, como muy elegantemente lo pone Carlos Areces, la merma ontológica. Es el año 9177 («milenio arriba, milenio abajo, para no pillarnos los dedos») y el país ha quedado prácticamente arrasado. La población está dividida en dos grandes núcleos: los parados, que habitan en un campamento en mitad del bosque, y los funcionarios, que viven en un colosal edificio que simboliza el único núcleo de población importante. Pero, ¿qué puede pasar si, de pronto un día, un parado quiere buscar un humilde trabajo en el terreno de los funcionarios? No, no les preocupa el intrusismo laboral. Solo les inquieta que el parado se desnaturalice. Vamos, un poco como ahora.

Un hombre en la cama siempre es un hombre en la cama
Destaca de primeras lo mal repartido que está el reparto. Y con esto queremos decir descompensado, ya que entre una legión de personajes solo podemos encontrar dos mujeres. Por un lado, la jefa de gabinete del alcalde, Méndez (Blanca Suárez) y por otro, la monja, Sor Sacramento (María Ballesteros). De refilón, quizás podamos escuchar a otro par, pero ninguna más en la plantilla de personajes principales. Y Tiempo después también se ríe de esto: dos mujeres jóvenes y una de ellas es monja. Eso deja pocas opciones reproductivas. De ahí que la Méndez se vea atrapada en todo un torbellino de atenciones provenientes de los dos cabecillas de la rebelión, José María (Roberto Álamo) y Galbarriato (César Sarachu), y (agárrate que vienen curvas) del mismísimo Rey (Gabino Diego, que no abandona su icónico acento americano para la ocasión).
Menos mal que el Rey cuenta con un extraordinario equipo de fuerzas del orden para mantener la paz. No contentos con dos guardias civiles encarnados por Miguel Rellán y Daniel Pérez Prada, la Policía Nacional la componen Joaquín Reyes y Raúl Cimas. Ya se siente una más a salvo. Solo ellos podrán ayudar a resolver el infame encontronazo entre los dos barberos en activo (es que el tercero no tenía vocación), encarnados por Berto Romero y Arturo Valls. Podemos adelantaros que en 9177, cortarte el pelo se obsequia con unos versos que te inspiran. O no.

¿Quedamos en el cine… tiempo después?
No podemos deciros mucho más sin destriparos la película. Revolución social, asesinato, historia de amor y hombres voladores. Todo se entremezcla con el particular humor de Cuerda para darnos este resultado. Quizás solo quede añadir que si te gustan la limonada, las ovejas, los kilts, la separación de Iglesia y Estado, Joaquín Sabina, la voz de Buenafuente y la reflexión metafísica, entonces aquí ya no pintas nada porque deberías estar en el cine. Viendo Tiempo después. Bah, qué puñetas, y aunque no te gusten, también. Cuando salgas de la sala ya te interesarán.

Te golpearás el pecho con…
– El reparto de mega A-list stars a la española.
– La juventud rebelde.
– la remontada de ritmo en la media hora final
Te golpearás el pecho con…
– Las en ocasiones larguísimas reflexiones filosóficas.
– Que no dure un poco más.
EL VEREDICTO

Si te pierden las películas de cinco bananas, echa un vistazo a nuestras otras críticas bananeras, Suspiria y Bohemian Rhapsody.