
El 1 de abril se estrena Morbius, y parece la película perfecta para estrenarse el día de los inocentes en el mundo anglosajón, porque… tela. Protagonizada por Jared Leto y dirigida por Daniel Espinoza, Morbius ha llegado para aburrirte.
¿Quién quiere una estructura de tres actos? Morbius no
… *suspira*
Durante años, hemos ido aprendiendo que una película ya no necesita una presentación, un nudo y un desenlace. Poco a poco, la existencia de universos cinematográficos ha despojado a las historias de su estructura clásica; ya que cuando vemos la cuarta entrega protagonizada por un personaje ya sabemos quién es, de dónde viene, a dónde quiere ir.
Por supuesto, esto es una farsa. Cualquier historia, sea cual sea, necesita de una presentación, un nudo y un desenlace. Y cuando digo cualquiera, lo digo en serio. Las películas experimentales donde la estructura de tres actos brilla por su ausencia también deben adherirse a este concepto: puede que no te presenten la historia en un primer acto clásico, pero los primeros minutos en pantalla sirven de presentación de la obra de arte.

Si bien películas tales como Cabeza borradora de David Lynch no responden a un sistema rígido de estructura, sus aspiraciones divergen de aquellas que los estudios como Sony pretenden con películas como Venom o Morbius.
Por esto, cuando la fórmula del cine superheróico, que no es otra que la fórmula de la clásica estructura en tres actos, se empieza a desprender de algo tan básico como una presentación de la historia, la mesa sobre la que trabaja pierde sus patas una a una hasta que es tan sólo una tabla sobre el suelo.
Esto no significa que los elementos de un primer acto no tengan presencia en la película, existen: escena de flashback a la infancia del “protagonista”, intentos de establecer las dinámicas de los principales personajes, incidente que provoca la cascada de acontecimientos sin el cual no habría historia… Todo está ahí.
Morbius: ¿La caída de la fórmula del superhéore?
Sin embargo, cuando estas películas evolucionan al segundo acto, al nudo, parecen olvidarse de todo lo que han establecido. No construyen sobre lo que han hecho en la primera media hora, sino que parece que el primer acto eran los deberes obligatorios para poder hacer ahora la película que querían.

Pero claro, la película que querían ahora no tiene primer acto, porque la primera media hora está tan desconectada del tronco de la película que lo que vemos no tiene interés a nivel narrativo.
Aquí es donde podemos diferenciar lo que hace Marvel-Disney de lo que hacen el resto. Cuando tu película cojea en su narrativa, vive y muere en base a sus actores. Marvel-Disney cuenta con unos repartos que rara vez han fallado gracias a Sarah Halley Finn, su directora de casting.
El éxito de Venom es gracias a Tom Hardy, donde su interpretación desquiciada de Eddie Brock y el simbionte hacen que las películas trasciendan su mediocridad.
Y así es como llegamos a Morbius: Jared Leto no es Tom Hardy, y Morbius no es Venom
Después de intentar ser un Joker… ¿diferente?, en esta nueva película relacionada con los superhéroes Jared Leto está contenido, casi reprimido, y su interpretación de Michael Morbius es tan plana y banal como cualquier otra cosa de la película.
Durante la primera hora, la película parece estar compuesta de únicamente las escenas del villano de una película de Spider-Man, donde nuestro “protagonista” adquiere sus poderes, se debate entre el bien y el mal, y todas esas cosas que normalmente se relegan a cuatro escenas en el montaje final y otras tres en las escenas eliminadas.

Y cuando por fin empieza a comportarse como un protagonista en vez de un antagonista, no hemos visto pizca de desarrollo de personaje, no sabemos nada de él más allá de que es un gran científico, que quiere curar su enfermedad y que ha rechazado un Nobel.
La película no funciona ni siquiera como una película de vampiros, ya que Morbius parece más un Hulk descafeinado que un Drácula.
Los personajes secundarios no son mucho mejores. El antagonista de la película es probablemente uno de los peores “villanos” que nos hayamos encontrado. Víctima del bullying de otros niños por su enfermedad y del propio Morbius, que cuando eran pequeños decidió que se llamaba Milo en vez de Lucian, de repente se revela una persona horrible en cuanto deja de estar enfermo y empieza a tener superpoderes.
La maldición de las película sobre supervillanos
Hay que entender que todas las faltas de esta película no son necesariamente consecuencias de falta de talento de los cineastas. Hacer una película protagonizada por un villano no es fácil. Pero es que esta película no es eso. Han cogido un personaje que en los cómics ha sido un villano y han decidido convertirlo en un héroe. Y ya está.

No hay ninguna exploración del bien y el mal, el conflicto moral de alguien que necesita consumir sangre humana para sobrevivir, o la ética de los experimentos que ha realizado. No hay nada interesante, nada constructivo, nada divertido.
Morbius es una película de hora y 45 minutos que avanza a trompicones, que no tiene personajes ni argumento, aburrida y plana. Ni siquiera es tan mala que puedan tomar un chupito cada vez que algo ridículo ocurre (aunque ocurren cosas ridículas). Simplemente parece la mitad de una película en la que falta Spider-Man (u otro superhéroe).
Y contiene dos de las peores escenas poscréditos hasta la fecha.

Te golpearás el pecho con…
- … *suspira*
- No es larga, aunque lo parezca.
Te golpearás la cabeza con…
- Es aburrida, plana y fea de ver.
- Es incoherente y torpe.
EL VEREDICTO

Leyendo esta crítica, igual se te han quitado las ganas de Morbius. Si es así, ¿por qué no lees nuestra crítica de Belle, que sigue en cines? O, si quieres Marvel y Sony, te recordamos nuestra crítica de Venom: habrá matanza, que aunque no sea la mejor, ¡por lo menos es divertida!