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[CRÍTICA] GRACIAS A DIOS

En la primera secuencia de Gracias a Dios (Grâce à Dieu), un cardenal eleva la “santidad” de su institución, proyectándola hacia la ciudad de Lyon. Una tétrica metáfora de otra proyección: la de su influjo perverso. La de su abuso. La de esa herida que ha crecido exponencialmente y traspasa los confines de lo visible.

Gracias a Dios, un efecto bola de nieve

Gracias a Dios se basa en el caso real del sacerdote Bernard Preynat, acusado en 2016 de abusar de casi un centenar de niños entre 1986 y 1991.

Al inicio del filme, se aborda el caso particular de Alexandre (Melvil Poupaud). Padre de una familia acomodada y católica de Lyon, Alexandre sufrió abusos durante su niñez y ahora está decidido a denunciarlos. Posteriormente, el relato se dividirá para repartir el protagonismo en otros dos testimonios, François (Denis Menochet) y Emmanuel (Swann Arnaud).

Cada uno de ellos carga con su propio recuerdo traumático y sus secuelas, con un distinto grado de superación del pasado y, además, con una coyuntura actual más o menos favorable a sus decisiones.

Pero les une un dolor común y el convencimiento de que la lucha conjunta acabará con la destitución del padre Bernard Preynat, sacerdote de Lyon, scout y autor de las vejaciones.

El filme se convierte así en un relato coral, triangular y en buena parte epistolar (en el medio digital). Una narración que favorece nuestra apreciación de la causalidad en cada acción de los personajes. Cada paso que dan acrecenta esa gran bola de nieve que desembocará en la creación de una asociación para las víctimas.

Peli o Manta - Gracias a Dios - Alexandre

Ozon da en el clavo

El gran acierto de Gracias a Dios es conseguir un tono en el punto justo entre la crudeza y la prudencia, para abordar un asunto que fácilmente podría habérsele escapado de las manos. Sin caer en el melodrama o en la morbosidad gratuita, François Ozon sabe cómo tomar parte y cómo dar voz.

El director francés se siente cada vez más cómodo en una refinada realización ya evidente en sus últimos trabajos, como Joven y bonita (Jeune et jolie, 2013), El amante doble (L’amant double, 2017) y, sobre todo, la maravillosa Frantz (2015).

Estamos ante un trabajo pulcro, certero y ligeramente sublimado, que trabaja con buen pulso junto con unas excelentes banda sonora y dirección artística.

Conclusión – La palabra liberada

Aunque uno va a ver Gracias a Dios sabiendo que no hay tema más devastador, de poco sirve. Sufriremos sin remedio. El niño o niña que fuimos (o que pudimos haber sido) padecerá ecos de esa gran herida.

En conclusión, Gracias a Dios nos habla del dolor, del silencio, del perdón, de la injusticia, y del arrepentimiento.

Desgrana el trauma y sus secuelas para dotar y remover conciencias. Especialmente la de los que se obstinan en defender que estos crímenes se extinguen al tiempo que prescriben. Por otro lado, la conciencia de los que forman parte del círculo del abusado, para no perpetuar la injusticia en el terreno afectivo e íntimo.

Aún con instinto protector, nuestra actitud no siempre ayudará a las víctimas. Siempre hay que escuchar, siempre hay que tomar parte, siempre hay que dar voz.

La opinión de Kong. Peli o Manta

Te golpearás el pecho con…

– El pulso certero y el buen gusto de Ozon.

– Un trabajo actoral notable en su conjunto.

– Su aportación necesaria en la búsqueda de una justicia que no llega.

Te golpearás la cabeza con..

– Alguna resolución de conflictos ideológicos demasiado benevolente.

– La sensación de impotencia que nos invade durante todo el metraje.

EL VEREDICTO:

Bananas. Peli o Manta. 3.5 cine

Si te apasiona el cine europeo, no te pierdas la crítica de La importancia de llamarse Oscar Wilde. ¿O prefieres la película de animación Buñuel en el laberinto de las tortugas

Laura Riera

De Palma. En proceso de aprendizaje y su contrario. Siempre a la búsqueda del cine (y cualquier forma de arte) que sacude perspectivas, conciencia y retina.

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