
Con motivo del reestreno por el 25 aniversario, en Peli o Manta hemos podido ver en la pantalla grande una de las películas de culto más polémicas de los 90: Crash (1996). Ver por primera vez la cinta de David Cronenberg en el año del señor 2021 ha sido… interesante.
Aviso de contenido: sexo y, sin entrar en detalles, posible sexo sin consentimiento.
Polémicas y controversias de Crash (1996)

El sexo siempre ha sido un tema polémico. Tanto en el día a día de nuestras vidas, como en el arte y en la educación. Existe un analfabetismo sexual grave en la mayoría de la población. Como consecuencia es uno de los pocos temas de conversación en los que los valores de las religiones todavía son la principal guía moral.
El analfabetismo se ha exacerbado en los últimos años al tener fácil acceso a la pornografía y una sobrecarga de desinformación en internet. Tomar cualquiera de esas dos fuentes como única educación sexual puede resultar tóxica.
Esto resulta en una cultura de la sexualidad actual muy dividida entre la virtud del puritanismo y el hedonismo salvaje. Y las personas estamos obligadas a descubrir el punto medio entre los dos extremos por nuestra cuenta, normalmente rebuscando en internet opiniones informadas y expertas sobre cómo hacerlo bien.
Por estas razones, Crash (1996) es una película distinta a día de hoy de lo que pudiese ser hace 25 años. Es un excelente caso de estudio sobre cómo la sexualidad en el cine siempre ha sido campo de batalla entre ideas reaccionarias e ideas progresistas, y cómo es difícil distinguir cuáles de esas ideas son reaccionarias y cuáles positivas.
Los primeros 5 minutos de la película

La película fue recibida, en origen, como pornográfica y obscena. Y tiendo a estar de acuerdo con esas dos calificaciones. Sí, Crash es obscena, perversa, fetichista, hedonista y retorcida, pero ninguno de esos adjetivos debería ser visto como motivos por los que decir que la película es moralmente irresponsable.
Como en la mayoría de las películas, la clave está en las primeras escenas. Los primeros diez minutos de una película marcan tono, presentan el tema y ofrecen una primera descripción del protagonista y su relación con el mundo. Crash (1996) no es diferente.
El matrimonio Ballard (James Spader y Deborah Kara Unger) es hedonista. Buscan el placer por encima de todas las cosas, y es el motor de todos sus actos. El placer en esta película es el motivo y objetivo de todos sus personajes. La primera escena presenta la relación entre el sexo y la máquina, con Catherine Ballard teniendo sexo con un desconocido en un hangar, apoyada contra un avión. La segunda escena presenta la jerarquía del sexo respecto al resto del mundo, con James Ballard teniendo sexo con una empleada en su lugar de trabajo*. La tercera escena presenta la relación entre Catherine y James, dejando claro que el sexo es la manera que tienen de comunicarse entre sí y con el resto del mundo.
*Una de las pocas escenas de sexo con un desajuste en la relación de poder entre quienes lo practican.
El sexo en Crash (1996) es un medio de comunicación

Con todo lo que se puede decir, y se ha dicho, sobre Crash, no es más que una película sobre comunicación. La diferencia es que sustituye escenas teatrales con largos diálogos por escenas de sexo. Ninguna de esas escenas es gratuita. El sexo no sólo es el fin, sino el medio por el que expresan sus traumas y los intentan superar.
El fetichismo que descubre el protagonista, el de las colisiones de tráfico, los coches destruidos y la experiencia cercana a la muerte, es una reacción al trauma que el accidente le provoca. Como ya se había establecido que el sexo era su motivación y su medio de comunicación, es natural que del trauma derive una obsesión fetichista.
Cronenberg dirige con la misma sensualidad la fricción entre dos cuerpos desnudos (o semidesnudos) como hace con una mano que toca un coche accidentado, o una cicatriz en un cuerpo humano. Es causalidad, no casualidad, que James Ballard viaje del sexo con su empleada a sexo en un coche destrozado a sexo con personas con secuelas físicas por un accidente de tráfico.
Y sí, hay escenas que resultan complicadas de ver. No es una película fácil, y nadie pretende que lo sea. La sexualidad que explora es compleja y específica, llena de claroscuros. Pero si hay una cosa que deja en evidencia Crash, veinticinco años después de su estreno, es que la sexualidad en el cine no ha avanzado mucho. Puede que en ciertos aspectos haya retrocedido.
Sexualidad fluida en favor del fetichismo

Cuatro de los cinco personajes principales, incluido el protagonista, son casualmente no heteros. A nadie le llama la atención, ni la película como tal lo muestra como hecho especialmente sorprendente, que acaben teniendo relaciones sexuales con personas de su mismo género.
Decir que estos personajes son bisexuales o pansexuales sería complicado, ya que gran parte de la motivación para estas relaciones viene más derivada de la atracción por cuerpos cicatrizados y coches destrozados. Pero está claro que ninguno de esos cuatro personajes es heterosexual.
Y esta representación se da sin mucha atención. No los consideraría abanderados de los movimientos LGTBQ+ ni mucho menos, pero no se puede negar la importancia de la existencia de esas tres escenas que lo evidencian. Sería un insulto a la sexualidad humana si haces una película sobre gente a la que le ponen los coches colisionados y no extiendes la noción de que si te va eso, es probable que te atraiga cualquier persona a la que también le va ese rollo.
Las políticas del consentimiento en Crash (1996)
Finalmente, también llama la atención que una película que consiste en su 100% de escenas sexuales ninguna de esas escenas contenga violación o abuso sexual. Si bien es cierto que el consentimiento siempre está implícito en lugar de explícito.
A parte de esa escena que mencionamos antes, donde James tenía el poder sobre su empleada, ninguna otra escena presenta un desequilibrio como ese. Y tan sólo en otra escena en toda la película el consentimiento podría ponerse en duda.
Todas las escenas, y esa en particular, son demasiado complejas como para poder sentar cátedra sobre la película en una crítica. Y no voy a hacerlo. Estoy seguro de que mucha gente ha analizado la película y tiene cosas mucho más interesantes que decir, tanto a favor como en contra.
Así que voy a intentar dejaros con tan sólo una pequeña conclusión.
Crash es una película tan difícil de ver como interesante, donde el sexo es el fin y el medio no sólo de los personajes sino de los cineastas. El sexo puede violentar, y puede llegar a ser violento. No es una película a imitar en la vida real, ni una película para aprender sobre sexo o relaciones sexuales. Pero si quieres ver una película donde el sexo tiene significación narrativa, darle una oportunidad a esta cinta no sería una mala idea.

Te golpearás el pecho con…
- El uso narrativo del sexo. Si es que te va eso.
- Todos los actores y actrices están en estado de gracia.
Te golpearás la cabeza con…
- La sobreabundancia de sexo. Si es que no te va eso.
- Por favor, no repetir en casa nada de lo que hacen con los coches.
EL VEREDICTO

Si prefieres ver algo menos intenso que esta película, y más actual, ¿por qué no lees nuestras críticas de Minari o sigues con nosotras WandaVision?
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