
Como si de la hipótesis del sueño de Descartes se tratara, el documental The Propaganda Game (2015) dirigido por el español Álvaro Longoria, nos invita a cuestionar la verdad de nuestra percepción sobre Corea del Norte, ¿corresponde la realidad del país a la imagen de miseria y represión que nos venden los medios occidentales?
A Longoria se le permitió rodar, a pesar de las importantes restricciones que impone el régimen norcoreano, gracias a Alejandro Cao de Benós, un simpatizante del gobierno de Corea del Norte que trabaja como oficial de relaciones exteriores del país. Seguro que much@s ya le conoceréis, pero si aún no es el caso, os dejamos la entrevista que le hicieron en La Resistencia.
El documental nos traslada a la historia de este país lleno de misterio a través de entrevistas, imágenes de archivo y noticias contemporáneas, que nos ayudan a salir de nuestro ensueño y entender las realidades sociales de la nación, con especial atención a la manipulación mediática por parte del gobierno de Corea del Norte, cuestionando también las simplificaciones y caricaturas que la prensa internacional hace sobre el país. Así, el documental trata de analizar las estrategias utilizadas por los diferentes “jugadores” de la esfera política internacional para manipular la verdad y sus intereses.
El director adquiere en general un segundo plano, dando mayor importancia a las voces de una gran variedad de personas con diferentes perspectivas, para que saquemos nuestras propias conclusiones y reflexionemos sobre lo difícil que es conocer la verdad.
The Propaganda Game comienza con los testimonios de personalidades occidentales, personas que trabajan para la prensa, organizaciones e instituciones internacionales. Su postura es clara: la vida en Corea del Norte es horrible, se producen continuas violaciones de los derechos humanos, no hay perspectivas de desarrollo y su creciente capacidad militar representa una amenaza para otros países en un futuro no muy lejano. Al mismo tiempo que escuchamos estos testimonios, la pantalla nos muestra imágenes de niños y niñas norcoreanas jugando alegremente en las calles de Pyongyang, la capital, personas que caminan tranquilamente por agradables parques e imágenes de edificios similares a los que se pueden encontrar en cualquier capital europea.
Este fuerte comienzo pretende ponernos en alerta para cuestionar la verdad de los medios de comunicación occidentales, las grandes agencias y los expertos internacionales. El resto del documental continúa con una mezcla de opiniones opuestas, que nos permiten comprender la complejidad de la globalización, el anticolonialismo y los diferentes significados del desarrollo y la cultura.
Con el final de la Segunda Guerra Mundial y después de treinta y seis años de dominio colonial japonés sobre Corea (1910-45), la nación se dividió en 1945 contra los fuertes deseos nacionalistas de la mayoría de ciudadanos y ciudadanas. El documental explica a través de videos de archivo cómo esta división fue otra consecuencia de la Guerra Fría, siendo Corea del Sur apoyada por los Estados Unidos y sus aliados, y Corea del Norte por la Unión Soviética. Esta separación fue también la representación de las dos principales ideologías que dominaban la esfera económica y política universal: el capitalismo y el comunismo. La separación condujo a la guerra de Corea de 1950 a 1953, que en realidad fue una guerra entre las dos superpotencias de la época y sus aliados. El documental muestra cómo las personas norcoreanas que viven en el país defienden firmemente que la guerra fue iniciada por los EEUU, aunque el resto del mundo opine lo contrario. 65 años después del final de la guerra, las consecuencias de ese momento todavía están muy presentes hoy en día y son una de las principales razones de la ideología y la cultura del país.
De las pocas declaraciones del cineasta, Álvaro Longoria, una de ellas sirve para comprender el hermetismo del país: «a lo largo de los siglos Corea del Norte ha sido invadida más de 100 veces por sus poderosos vecinos, China y Japón». Debido al postcolonialismo, a las diversas exhibiciones de armamento de los EEUU y a la situación en otros países en desarrollo, el país ve la amenaza imperialista occidental muy cerca y como una posibilidad real. Esas razones les han llevado a desarrollar un estado hermético y homogéneo, a través de la recuperación de las tradiciones, el desarrollo de una fuerte cultura nacional y la importancia del ejército.
Las fuertes manifestaciones culturales de Corea del Norte y Estados Unidos son uno de los temas principales de The Propaganda Game. Las personas entrevistadas hablan sobre un mundo binario, sobre dos culturas e ideologías opuestas: comunismo contra capitalismo, oriente contra occidente.
El documental nos explica que en el caso de Corea del Norte, la cultura nacional es algo construido como una herramienta política para luchar contra el imperialismo de occidente. Como país poscolonialista, Corea del Norte comenzó un «movimiento de liberación» tratando de liberarse de cualquier clase de gobierno extranjero y enfocándose en la cultura para ese propósito.
Las antiguas tradiciones familiares confucianas de Asia Oriental, que priorizan la colectividad sobre la individualidad, son otra razón de la revolución anti-occidente, abogando por la vida comunitaria en lugar de la individualidad moderna. La familia, entendida como nación y raza, es una de las ideas más fuertes de la cultura nacional del país. Alejandro de Benós lo explica en el documental: «somos parte de una gran familia y en esa familia las figuras de los líderes son como los padres de toda la sociedad».
De este modo, desde su creación, el país tomó la herencia del comunismo soviético, la tradición del confucianismo y comenzó una ideología anti-imperialista para combatir a los EEUU. Para apoyar todas estas ideas, crearon una fuerte propaganda a través de cada representación cultural que tiene mucha influencia en todos los aspectos de la vida social. El documental muestra la gran cantidad de películas, canciones y obras de teatro que hablan sobre los grandes líderes y la ideología del país. Todas estas manifestaciones culturales son necesarias para mantener la ideología actual y dar forma a las vidas y las ideas de la sociedad. La arquitectura también es esencial para afianzar estas ideas entre la población y las figuras de los grandes líderes aparecen en varias ocasiones en el documental como una representación central de la cultura del país.
Los testimonios de varias personas norcoreanas manifiestan que la lucha contra la amenaza imperialista occidental y la preservación de la cultura nacional justifican el poder extremo del líder. Y así, la cultura se convierte en una excusa para la explotación sistemática, para los abusos legales, para el crimen organizado y para otras formas de ejercicio descontrolado del poder. Los testimonios de personas que han escapado de Corea del Norte explican las torturas sistemáticas y la represión sufridas, poniendo el contrapunto a las imágenes que nos enseñan las guías norcoreanas del país.
Las historias de los medios occidentales y la realidad que el gobierno de Corea del Norte permite enseñar a través de las cámaras de Longoria, representan las dos caras de un país que continúa siendo un misterio. Puede que el documental no nos saque de nuestra ensoñación, pero nos acerca un poquito más al despertar.
Te golpearás el pecho con…
– Las imágenes privilegiadas de Corea del Norte.
– Las técnicas de propaganda a nivel global que nos hacen reflexionar.
– Los testimonios y entrevistas que buscan darnos una visión objetiva.
Te golpearás la cabeza con…
– La excesiva importancia que se le da a Alejandro Cao de Benós.
– La evidente manipulación de muchas imágenes.
EL VEREDICTO:
Hablamos más sobre The Propaganda Game en nuestro tercer capítulo de Top Manta, el podcast de Peli o Manta.